Casi en el centro de la península, donde se cruzan las rutas que unen el norte con el sur y el este con el oeste, hay un pueblo lleno de misterios, leyendas e historia: Medina del Campo.
Lo que no podíamos imaginar es que entre sus trigales se escondiera un secreto tan increíble como el Gran Hotel Balneario, Palacio de las Salinas. Un edificio del siglo pasado que empezó como balneario, pero que luego pasó a ser un cuartel, seminario, orfanato y otra vez, balneario.
Como todo lo que hay en un cruce de caminos, tiene una parte sorprendente y otra misteriosa. Este edificio se construyó en 1912 y es una réplica exacta del Palacio de la Magdalena en Santander, no en vano lo construyeron los mismo arquitectos, algo desde luego que sorprende. Lo misterioso viene de lo que se esconde bajo sus campos, un gigantesco mar de aguas minerales situado a 600 metros de profundidad; de ahí salen las aguas para su balneario que son ricas en sodio y estroncio y perfectas para el tratamiento de los huesos y la piel. Una maravilla que viene buscando gente de todo el mundo.
Sus propiedades casi obran milagros. Javier chocó frontalmente con su moto contra otro coche hace un año “del resultado de aquel accidente fueron cuatro roturas cervicales, omóplatos partidos… y en cuestión de un mes en el balneario fue todo sorprendente. Hasta los médicos del hospital Puerta de Hierro no daban crédito y pidieron la formulación de esta agua minero medicinal por como había cicatrizado todo y como se habían soldado los huesos” nos cuenta. Daniel Calleja, director del Gran Hotel Palacio de las Salinas nos explica que “Son unas aguas especiales. Son aguas madre de alta mineralización y están especialmente indicadas para los huesos y la piel. Todo lo que es el aparato locomotor, artrosis, reumas… son especialmente buenas para ellas”.
Con el cuerpo como nuevo apetece tomarnos una cerveza SIN bien fría y algo de comer. Alberto Suárez, Director Gastronómico del Gran Hotel Palacio de las Salinas, tiene 40 años de experiencia en los fogones y dos secretos: Cocinar con mucho amor y con los productos más frescos y de calidad. Así nos prepara un menú en los salones del Gran Hotel de lo más apetecible, que marida a la perfección con nuestra SIN “Yo soy un bebedor a ultranza de la cerveza Sin alcohol. Muchas veces como con cerveza SIN alcohol, muchas con agua y muy pocas con vino, aunque me duele decirlo porque estamos en una tierra de vinos estupenda, pero para mi la cerveza es perfecta, llevo mucho tiempo bebiendo cerveza SIN alcohol” nos confiesa.
La tarde la dedicamos a conocer los alrededores, historia pura de España. Como el Palacio Real Testamentario en el que murió Isabel la Católica y en el que escribió su testamento, un documento que marcaría el futuro del país. También impresiona el espectacular Castillo de la Mota una fortaleza que fue toda una innovación en su época y que puede presumir de haber resistido todos los embates; jamás fue conquistada.
Así volvemos al Gran Hotel para hacer noche, descansar plácidamente y levantarnos al día siguiente con uno de los desayunos más gloriosos que hemos tomado en nuestros viajes. Renovados, descansados y algo más sanos continuamos nuestro viaje España, teniendo claro que volveremos pronto.