Una maravilla, un lujo. No hay otra forma para calificar lo que la ciudad de Málaga alberga en el antiguo edificio de Tabacalera. 91 joyas mecánicas en perfecto estado de conservación listas para arrancar en cualquier momento. Pasar por Málaga y no ir a ver el Museo Automovilístico debería ser un pecado para todo aquel apasionado del motor. Es más, debería ser una visita obligada, así que los SIN Riders no lo dudamos y un año más, volvimos a recorrer sus embriagadores pasillos… pero eso si, hicimos mucho más que lo típico de un museo de “ver y no tocar”.
Del Titanic al Santo Grial
Es una de sus últimas adquisiciones. El Renault AX, fabricado en 1911, uno de los lujos de la época. Nos lo encontramos de bruces nada más entrar en el museo y aunque tiene un siglo a todos nos sonaba. Lógico, todos lo hemos visto en la bodega del Titanic en la película de James Cameron. Un hermano de este AX sigue en el fondo del Atlántico.
Otra de las piezas que más llama la atención, tanto por su cuidada estética como por sus prestaciones mecánicas (es de 1936 y ya daba 190 caballos de potencia y alcanzaba los 200 km/h) es el Mercedes 540 K. Se fabricaron 400, pero solo quedan 40 en el mundo, ya que este modelo fue adoptado por la cúpula del régimen Nazi y tras la Segunda Guerra Mundial fueron destruidos casi todos por lo que representaba. El que hay en este museo perteneció a uno de los hombres de mas confianza de Hitler (no les gusta contarlo, pero si vas y preguntas, seguro que te cuentan su historia).
El Lancia Astura será posiblemente uno de nuestros favoritos. De 1939, tenía unas líneas tan futuristas y elegantes como nunca hasta la fecha se han visto. El de este colección además perteneció a una condesa italiana que lo modificó a su gusto y capricho, tapizándolo con piel de cocodrilo y colocando en la parte trasera todo lo necesario para llevar su tocador.
Cada pieza de estas salas es el sueño de cualquier coleccionista de coches clásicos, pero hay una que es el Santo Grial: El Ferrari 250 Gto, no se sabe cuantos hay en el mundo pero se calculan que se pueden contar con los dedos de una mano. El último que se subastó hace 2 años, se vendió por casi 30 millones de euros.
En movimiento
Lo mejor de este museo es que todas su piezas están perfectamente mantenidas, no son solo carcasas. Cualquier modelo de los que hay arranca a la primera, aunque no lo escuchemos. Es lo que puede pasar con los modelos que funcionan con hidrógeno, o con el Milburn de 1916, uno de los primeros coches eléctricos de la historia. Para quien se piense que esta tecnología es de ahora, está muy equivocado, de hecho llego a haber en esos años más coches eléctricos que de combustión interna porque tenían más autonomía y eran más fiables. Bien, pues con el Milburn nos recorrimos los pasillos del museo muertos de la risa, no hay palabras, mejor ver el vídeo.
Lo mismo que con la sorpresa final. Un impresionante Cadillac El Dorado de 1959 que sacaron de sus vitrinas a la calle para venirse a rodar con los Sin Riders, y ayudar a difundir nuestro mensaje de “En la carretera, cerveza SIN”; un paseo increíble que no olvidaremos jamás.