Recientemente tuvimos la suerte de conocer a Miguel Ángel de Castro, uno de los mejores pilotos de España (nueve veces campeón de España de GTs), con el que pasamos una mañana junto a unas cervezas SIN bien fresquitas y sin parar de “dar gas” a unos coches alucinantes, con los que no solo lo pasas en grande, sino que también aprendes a enfrentarte a situaciones límite que te pueden ayudar a evitar un accidente.
Kart Cross
Miguel Angel de Castro creó hace ya más de una década, junto a su amigo y piloto Pedro Martínez de la Rosa, una escuela para acercar la alta competición a todo el mundo. Su plato fuerte siempre ha sido la conducción de GTs en circuito, pero también un curso de Kart Cross, de pura adrenalina.
Se trata de unos monoplazas diseñados para rodar en tierra con un concepto muy básico. Llevan un motor de moto de 600 centímetros cúbicos, con un cambio secuencial (como el de una moto, la primera hacia delante, el resto hacia atrás), pesa entorno a los 300 kilos y supera los 100 caballos de potencia, lo que le convierten en todo un bólido de carreras.
Diversión y Seguridad Vial
Esta modalidad la puede practicar cualquiera, desde iniciados a pilotos experimentados que quieren probar nuevas sensaciones. La diversión está asegurada, pero, sobre todo, se aprende a enfrentarse a situaciones críticas y a saber salir de ellas, una lección que viene muy bien para la conducción de cada día. Con el Kart Cross se pretende que el conductor se exponga a situaciones a lo largo del circuito y aprenda a reaccionar con la frenada, el acelerador o el manejo de las manos.
El duelo de SIN Riders con Miguel Ángel de Castro
Miguel Angel de Castro y su equipo se suman a la campaña de SIN Riders, y eso había que celebrarlo. Nada mejor que una carrera de un SIN Rider contra el maestro. Durante unas vueltas pudimos mantener el liderato, hasta que el artista del volante nos demostró por qué ha sido nueve veces campeón de España y nos adelantó… de una manera no muy convencional pero efectiva (tenéis que ver el vídeo para entenderlo). Gracias, Miguel Ángel, por una experiencia de motor inolvidable. Volveremos a vernos y, la siguiente vez, ¡prometemos revancha!