Hace algunos días os presentábamos la primera parte de nuestra visita a Ibiza, en la que os quisimos demostrar que aparte de un destino ideal para el ocio nocturno, estamos antes una isla con mucha historia que contar. En la segunda parte que hoy os presentamos, veréis que es también un paraíso para los sentidos, especialmente para el del gusto.
Arrancamos la jornada tras un agradable y apacible desayuno en los jardines del hotel Atzaro y nos preparamos la ruta del día. Circulamos por una pequeña, hermosa y poco transitada carretera del norte, que nos acaba llevando a una playas prácticamente sin urbanizar, lejos de todo el bullicio, perfectas para pedirse una SIN bien fría y unos chopitos. Disfrutamos nuestra caña en Cala Nova mientras nos damos cuenta de que nuestros cuerpos están ya un poco sobrecargados después de un año sin parar de rodar por las carreteras de toda España. Es hora de pasar por boxes.
Este apartado se lo toman muy en serio en la isla y la mayoría de los hoteles cuentan con servicios de spa y relajación. En el caso del nuestro, se ha tenido en cuenta hasta el último detalle. La terapeuta que nos atiende nos informa de que nos va a dar una masaje de casi una hora que mezcla técnicas balinesas, tailandesas y suecas. En una sala de cristal y madera, en medio de un frondoso jardín, se pone manos a la obra, dejándonos la espalda como nueva y en una estado de absoluta paz, pero también con mucho apetito.
Para comer queremos descubrir lo que llaman cocina de “kilómetro cero”, en la que los alimentos que cocinan están lo más cerca posible… y tanto es así, como que están en un huerto a la vuelta del jardín. Acompañamos a la chef a recoger todo lo que necesita para prepararnos una increíble ensalada de salmón marinado, aguacate, mango y queso de cabra, con aliño de vinagreta de fresas. Pocas veces se puede degustar algo tan fresco y creativo.
Ya hemos tenido una muestra de la nueva cocina, pero ¿y la cocina tradicional? Buscando y preguntando todo nos lleva al mismo nombre: Es Boldado, un pequeño restaurante familiar que se encuentra en la otra punta de Ibiza, aunque afortunadamente aquí las distancias no son muy largas.
De nuevo volvemos a viajar por carreteras casi desérticas que cruzan por hermosos pinares sintiendo el sol del atardecer en la cara mientras los aromas a resina y sal llegan con fuerza. Una gozada que rematamos al darnos de bruces con el famoso peñón de Es Vedrá. Hemos llegado a nuestro destino en donde vamos a probar el “Bullit de Peix” un guiso realizado con pescados del día, principalmente mero, gallo y rolla acompañado de una fina salsa. Y de remate, con el agua de esos pescados, un arroz abanda de un sabor intenso; todo exquisito.
Cumplidos todos los objetivos gastronómicos, solo nos queda una misión en nuestro viaje: ir a darnos un chapuzón a la considerada mejor playa de Europa, Es Palmador. Con nuestro amigos de Ibiza Boats zarpamos rumbo a Formentera. Veinte minutos más tarde, en medio del agua más turquesa, llegamos a una increíble playa en la que su belleza, sus colores, su luz y calor, embelesan a cualquiera que fondee junto a la orilla. Una maravilla.
Y así nos marchamos de Ibiza, brindando con una SIN bien fresquita con todos los amigos que hemos hecho en el camino y prometiendo volver pronto porque ha quedado claro, el paraíso está a la vuelta de la esquina.